miércoles, 26 de enero de 2011

Un pez globo en el paraiso

Había un vez, dos jóvenes mujeres que, con sed de aventuras,  llegaron a un lugar en medio del Caribe, casi un paraíso perdido, Tulum era ese lugar. La leyenda cuenta que estas mujeres, alucinadas con sus playas y el color del mar, compraron un paquete para hacer snorkel. Dicen que nunca regresaron al barco que las llevaba, hay quienes las vieron chapotear en ese mar turquesa y que abrian cobrado forma de pez globo.
Y fuimos hasta allá para ver si podíamos ver a las famosas pez globo. No las vimos, pero que lindo lugar!!
Como primer cuestión a resaltar, el Hostel nos proveía de bicicletas el tiempo que dure nuestra estadía, así que nos sentíamos super, re independientes, con vehículo propio podíamos recorrer mucho  mas.  La mayoría de la ciudad tenía bici senda.
Imposible describir el color del agua, las playas. Mejor vengan.
 Dejábamos los vehículos estacionados bajo una palmera por la mañana y sorprendentemente a la tarde cuando volvíamos a buscarlos para irnos seguían en el mismo lugar! Desde la playa  donde estábamos se veían las ruinas que están casi en la orilla del mar, a un par de metros, un verdadero espectáculo.
Desde allí se puede hacer snorkel en la barrera de corales, que es la segunda más grande del mundo después de Australia.  Lógicamente no podíamos perdernos semejante cosa. Y valió mucho la pena, porque no teníamos ni la mas mínima sospecha de lo increíble que era.
Junto con cuatro argentinas mas que habíamos conocido antes,  visitamos el gran cenote (son cavernas de  piedra  con agua turquesa, en México hay muchos).Hicimos un poco de snorkel ahí y luego fuimos a la playa, Akumal, una zona protegida de tortugas marinas. Ahí nos metimos y mientras veíamos unos peces espectaculares nos topamos con algunas tortugas marinas y una manta raya que imponía respeto.
Después de semejantes maravillas naturales y ver ese paraíso va a ser muy difícil llegar a nuevas playas…..
Hasta la próxima!!!







lunes, 24 de enero de 2011

Chuchitos de alegría, chuchitos de frio, chuchitos de miedo y chichitos guatemaltecos….









Las  ideas y vueltas, la curiosidad y la falta de organización nos llevaron a Guatemala.
El 10 de enero llegamos a Panajachel, una ciudad muy chica ubicada a orillas del lago Atitlan, que además esta rodeado de volcanes.  Ahí nos recibió en su casa Regine, una alemana que hace unos 25 años vive en Guatemala. Ella vive con su hija menor, Maria y la acompañaba por esos días Eva, una amiga de Alemania que estaba de paso camino a Buenos Aires.
En nuestra recorrida por Panajachel y los pueblos que rodean el lago (Santiago, San Pedro y San Juan) estábamos acompañadas por dos italianos Lak y Giuseppe. Ambos estudiaban en la Ciudad de México y salieron unos días de paseo. Lak, una chava con preocupaciones ambientales y Giuseppe un estudiante de medicina, con muchas inquietudes políticas. El vivió algún tiempo en las comunidades zapatistas, nos contaba que hace un tiempo salió una foto del él en un diario mexicano identificándolo como uno de los terroristas vascos que dejaba dinero a las comunidades, una locura por supuesto.
Una noche fuimos a comer a Circus Bar (el bar de Regine), un lugar súper lindo. Lo fundaron un grupo de artistas de circo, de ahí su nombre.  Cada noche se escuchan buenas banditas de música, y ella a veces tocaba el saxo. Un ambiente ideal, buena música, muy rica comida, ellos lo definían como un lugar “bohemio”.
Lo nuevo en la gastronomía fueron los “chuchitos”, una bola de harina de maíz rellena de pollo, con salsa, aguacate. También innovamos en el medio de transporte, usamos los tuc tuc, una mezcla de moto y fitito que ofician de taxi.
Nos despedimos de Panajachel rumbo a Antigua. Ahí nos quedamos en la casa de Edy. La ciudad es soñada, muy colonial.  Entre tantas iglesias visitamos el convento de Santa Clara, una construcción del 1500 que  en parte destruida por un terremoto y actualmente se pueden ver las ruinas con  unos jardines impresionante. En Antigua, no hicimos nada! Caminamos por la ciudad, visitamos el mercado y el convento además de comer y descansar.
Nuestro último punto en Guatemala fue Flores. En principio el plan era recorrer algunos lugres mas, pero nos resulto bastante más caro que Mexico, principalmente los medios de transporte, por eso acortamos el circuito. A Flores llegamos con el propósito de visitar las ruinas de Tikal. Un lugar definitivamente mágico. Un lugar perdido en el medio de la selva (y es literal) que no pueden dejar de visitar de paso por México o Guatemala. Además de ver las ruinas, nos encontramos con monos, pájaros de todas formas, ardillas, coati. Desde los templos más altos, son muy altos, se puede ver toda la selva.
Casualmente nuestra estadía por Flores coincidió con una fiesta local. Las calles estaban plagadas de gente, bailando, muchos de ellos disfrazados, tomando tequila y chela (cerveza), una banda los acompañaba con la música. Claro que fuimos invitadas a participar, por sorpresa nos topamos con algunos que venían en la caravana , de pronto estábamos sobre un jeep bailando al son de la música. La fiesta terminaba en la plaza del pueblo, con baile, comida y básquet (femenino).
La noche la pasamos durmiendo sobre una hamaca en el patio del hostel, algo muy común por acá, para abaratar costos algunos y otros porque les place! En nuestro caso el bolsillo apretaba y ahí dormimos, pero definitivamente es mejor una cama.
La vuelta a Palenque, Chiapas, se hizo algo larga. Arrancamos en una combi y luego cruzamos la frontera en un barquito, del lado mexicano está la famosa selva Lacandona, un lugar espectacular.
Ahí nos encontramos con unos hombres, que en la ruta te frenan y te “sugieren” que de forma obligatoria pagues 15 pesos por persona  para mantenimiento de la ruta, las únicas de habla hispana en el carro éramos nosotras, nadie entendía mucho. Ellos no se identificaban, además eran bastante violentos, nosotras intentamos discutir un poco, pero nos decían que si no pagábamos de ahí no nos íbamos. En fin, terminamos pagando solo por una persona y nos fuimos.  Minutos después militares revisaron nuestro bus y nos hicieron bajar. De una buena vez llegamos a Palenque!!
Fuimos al Panchán, un complejo de cabañas en el medio de la selva. Ni bien llegamos escuchábamos desde la cabaña unos aullidos muy fuertes que después nos explicaron que eran monos. En el Panchán nos dedicamos a comer y beber, y no es chiste. Tomamos una mesa del bar a las tres de la tarde y la abandonamos pasadas las diez de la noche. Pasamos de los tacos, café, cerveza, baileys, pizza, vino y torta de chocolate para cerrar. Hacia muchos días que veníamos viajando, dormíamos mal y comíamos más o menos, y ahí vino el desquite.
Visitamos las ruinas de Palenque, muy lindas por cierto. Nos adentramos en la selva guiadas por un nene de 14 años, y luego aparecimos en las ruinas.  Sin hacerlo más lago, hay que visitarlo o ver las fotos!!!!!!!

miércoles, 12 de enero de 2011

Zapatista a su zapato


Hace  algo así como una semana atrás llegamos a San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Arribamos desde Puerto Escondido luego de una viaje algo “accidentado”, al salir de la ciudad nos topamos con un piquete de campesinos por lo que dormimos unas ocho horas en la ruta, hasta que por fin abrieron el paso y seguimos camino.
Por fin llegamos a Chiapas, tierra zapatista. La ciudad de San Cristóbal es muy linda, de calles angostas, muy angostas, según cuentan porque en verano los protege del calor y en invierno del frio. 
La primera noche cenamos en un centro cultural que se llama “Tierra adentro”, un espacio muy interesante, se podían ver muestras de arte popular de la zona, cooperativas de mujeres artesanas zapatistas, leer publicaciones sobre el EZLN (Ejército Zapatistas de Liberación Nacional). En San Cristóbal, se respira y se ve en librerías, bares y centros culturales, la cultura del movimiento zapatista. Aun tenemos ganas de regresar para visitar un Caracol (comunidad)
También hicimos el “obligado” paseo por el   mercado de artesanías, claro que ahí no pudimos resistir la tentación y alguna que otra cosilla tuvimos que comprar, lo cual es un problema, a medida que pasa el tiempo la mochila pesa cada vez más, ya deberíamos comenzar a pensar que cosas vamos a ir dejando en el camino para bajar la carga.
Llegamos a  Juan Chomula, una comunidad aborigen muy cerca de San Cristóbal, visitamos el templo. Su aspecto externo era igual al de una típica iglesia, con algunos colores más. Pero ni bien entras cambias de parecer inmediatamente.  El lugar estaba plagado de velas (plagado significa que había miles por todos lados), el suelo  cubierto de pinocha, no había bancos, las personas rezaban en  una lengua que por supuesto no entendíamos. Alrededor del templo, había santos sobre mesas rodeados de velas. El  humo de incienso súper fuerte cubria todo el lugar. En algún momento de la oración sacrificaron un gallo, por suerte nosotras salimos del templo antes. Todo esto va a quedar gravado en nuestras cabezas porque no pudimos sacar ni una foto, estaba prohibido. Fue una locura!!!
Respecto de lo importante, la comida. Nos hemos dedicado a la degustación de comidas autóctonas, que principalmente ofrecen  en el mercado. Comimos ,esquites, como un sopa de choclo con mucho limón, mayonesa y un queso típico de acá. Elotes, son choclos  blancos enteros, que también les ponen limón, mayonesa y queso. Cocadas, una golosina (un chingo de  dulce) hecha de coco rallado y azúcar con  los colores de la bandera de México. Tomamos ponche con posch (una especie de caña) que también venden en la calle y es muy efectivo para combatir el frio.
Un bar que se llama Kinoki, donde pasan películas y documentales, es una de las atracciones. Ahí vimos un documental que se llama “Autonomía Zapatista”, muestra como fue la evolución del movimiento zapatista y de los caracoles desde los levantamientos del 94 a esta parte. No podíamos imaginar lo que íbamos a ver. Es admirable la lucha de estos pueblos , su organización, su resistencia .
Para esta altura teníamos definido  irnos a Palenque con los chicos con quienes veníamos viajando. La noche anterior nos dimos cuenta que Guatemala estaba al alcance de nuestras manos.  En fin, decidimos aventurarnos y allá fuimos.







viernes, 7 de enero de 2011

La primera impresión no es lo que cuenta

 En nuestro ultimo día en Oaxaca visitamos Monte Alban, ruinas zapotecas del  ac al 800 dc aproximadamente.  Cerca del mediodía regresamos al centro histórico en búsqueda del ansiado almuerzo.   Volvimos  al mercado Benito Juárez , mercado típico donde podes encontrar desde artesanías, un pollo con sus pesuñas y cabeza entera hasta CHAPULINES (son colorados), que por supuesto degustamos. Son una especie  de grillos fritos con sal y limón que se utilizan como botana (picada)
La tarde nos encontró en la plaza , en algún momento Esteban, uno de los chicos con los que viajamos, que es clown, se puso a hacer malabares, de pronto varias personas se sentaron alrededor, los principales espectadores fueron Elsa (8) y su hermanito Owen (3) , muy curiosos los dos, Juanita decía que Elsa estaba loca, en realidad parecía una nena demasiado inquieta. Pasamos cerca de una hora con ellos mientras intentaban aprender a hacer malabares nos divertimos mucho.  Mientras jugaban, Barbi prendió un cigarrillo y Elsa grito “no fumes, las mujeres no fumamos!!” jajajajajaja. Tremendo, ya nos habían hablado del machismo mexicano, y una nena de 8 años vino a confirmarlo!
El lunes nos despedimos de la ciudad de Oaxaca rumbo a Puerto Escondido.  El viaje fue algo “enrulado”  “doblado” , en una combi que tenia olor a caño de escape, y no es mentira, viajando por la montaña, plagado de curvas, subidas y bajas,  como es de esperar, una  verdadera INCORDIA!!  Después de siete horas llegamos al “Escondido puerto”. Una ciudad pequeña en el estado de Oaxaca, al sur de México sobre el pacifico. Un pueblo que es principalmente visitado por aficionados del  surf . Es un muy lindo lugar, la playa está llena de barcitos, arena blanca, palmeras, reggae. El cielo está minado de parapentes. Hay buenas amacas  tipo paraguayas (mexicanas en verdad)por la playa y el Hostel.
 Ni bien  llegamos los chicos fueron a buscar Hostel o un lugar donde dormir, alquilaron una especie de cabaña (para nosotras no califica ni de rancho). En el lugar hay gente muy JIPY, tanto, que hay sabanas en el patio, una cocina o comedero al aire libre muy sucio, una heladera que al abrirla emana olor a brisa marina (por ser discretas). Dentro de la cabaña, el detalle para no pasar por alto es la puerta del baño: NO TIENE! Es una cortina de bañadera medio rota.  La primera noche, había  una  fiesta al lado, era como si hubiéramos estado con la cama en medio de la “electro music”, para completar,   un agujero enorme decoraba   la puerta  por el que podría pasar un oso polar.
Pero en este caso la primera impresión no es lo que cuenta. Nuestro paso por Puerto Escondido fue de maravillas. La primera mañana desayunamos temprano y cruzamos a la playa. El agua era de un verde azulado muy lindo y bastante cálida. Hacia tanto calor que el tiempo que pasábamos en la playa estábamos dentro del mar. Es importante recordar que esta era una playa visitada por surfers principalmente, por lo que las olas eran bastante poderosas, no hace falta aclarar que nos revolcaban todo el tiempo.  
Nos ofrecieron ir a ver tortugas marinas en lancha y allá fuimos. Nos metimos algo así como 4 km mar adentro. Primero buscamos una tortuga y cuando la encontramos Pelu y Barbi se tiraron al mar, la valentía duro poco, porque inmediatamente se dieron cuenta que la corriente los alejaba de la lancha.
La segunda noche  fue mucho mejor, el encargado del Hostel, Dani, armo una especie de reunión con varios de los que parábamos ahí, Juanito, un chilango muy macanudo que es fotógrafo, algunos mexicanos, australianos, franceses, holandeses.  Estuvimos jugando a los “pollos listos”, “Vikingo”, entre otros  acompañados de un cuba libre muy  rico.  Terminamos visitando una par de bares super chidos como para cerrar la noche.
Ahí fue el paso por Puerto Escondido, un lugar al que definitivamente volveríamos por sus súper olas, sus palmeras y su gente.





sábado, 1 de enero de 2011

Viva México Cabrones!!!

Hola amigos y seguidores!

Acá nos reportamos  desde el país donde todo, absolutamente todo, pica.
Llegamos ayer a Oaxaca, la tierra del mezcal (a saber, bebida ardiente típica Mexicana, algo así como el tequila)
Recibimos el nuevo año de manera inusual y muy divertida. Después de la cena, fuimos al zócalo, como era de esperar.  El lugar estaba plagado de personas mezcla de nacionalidades, etnias, géneros, especies, etc.  Como primera medida nos proveímos de artillería pesada para la ocasión, es decir, compramos estrellitas (eran gigantes), huevos rellenos de confetis (papel picado) y harina, y espuma de carnaval.   Minutos antes de las 12 ya explotaban cañitas voladoras asesinas (planeaban entre la gente, las disparaban sin importar daños), bombas de estruendo, y una bombita que te explotaba entre los pies (en realidad a nosotras nos hicieron explotar una entre los pies, y vaya julepe).  Minutos después de las 12 y habiendo agotado parte de la pirotecnia, comenzó LA guerra de espuma, el tema es que todo era bastante anarquico, de la misma forma que te apuntaban con cañitas voladoras, si eras portador de un tarro de espuma, estabas sonado (o espumado).
Este era el paisaje, ruido, mucho ruido, gente, luces, flores, musica, familias, vendedores de cualquier cosa (que hacen negocios con nosotras), colores. Gente corriendo para atacar o evitar ser espumado o en su defecto interceptado por una caña asesina. Bailes en las calles, mucha pirotecnia ilegal y ni un fuego artificial (no hacían falta). Una fiestaa!!!
Aquí fue un relato de lo que fue parte de nuestra noche vieja...ahora te deseamos un FELIZ AÑO NUEVO CARNALLL!!!